En estas semanas hemos sido testigo de la constitución de un nuevo gobierno en la Argentina que ha apuntado hacia un modelo de recortes sociales y de represión de la protesta. Lo que vemos en el país sudamericano es la puesta en marcha de las ya conocidas políticas neoliberales de la mano de una parte de la denominada casta que ya gobernó hace pocos años y no solo atacó las condiciones de vida de la clase trabajadora sino que ahondaron en la quiebra económica del país. En Argentina se evidencia ampliamente el callejón sin salida al que llevan las clases dirigentes y que es el pueblo trabajador el que acaba pagando los platos rotos.
1. De la quiebra económica a la crisis política
El ascenso al poder de Milei no se puede entender sin echar la vista atrás. La victoria electoral de la propuesta ultraliberal se asentó sobre la profunda crisis política de un peronismo que ha contribuido decididamente al empobrecimiento general de la sociedad argentina. La inflación acumulada del 148% ha empujado a más de la mitad de la sociedad argentina hacia la pobreza. La realidad es la de una clase trabajadora que sobrevive día a día, cada vez en unas peores condiciones.
Sobre el contexto de crisis económica y de inflación disparada, el papel de gobierno peronista de Alberto Fernández quedaba claro, entrando este en una clara crisis de legitimidad. La experiencia de los pasados gobiernos peronistas empapados en casos de corrupción y en una gestión fallida, llevaba al fortalecimiento de un voto anti-peronista. El candidato de este bloque, Sergio Massa, era el claro ejemplo de esa clase política que había primado la deuda del FMI al nivel de vida de la clase trabajadora.
Sobre este contexto muchos apoyaron con su voto a Milei como el siguiente presidente. El discurso demagógico de una supuesta lucha contra la casta política buscaba presentar el programa ultraliberal como la "motosierra" que recortaría a la dirección política y no al pueblo. Desde un principio la realidad era todo lo contrario a lo dicho. Los recortes son contra las clases laboriosas en beneficio de la clase dirigente.
2. El Gobierno Milei es macrismo desatado
La victoria de Milei tampoco se puede entender sin el apoyo de Macri y Bullrich, candidata de la derecha argentina. Un apoyo que cedía su capacidad electoral a Milei a cambio de un gobierno de coalición. El discurso de la casta se venía abajo el mismo día que se anunciaba un gobierno compuesto por destacados exministros macristas, como Bullrich y Caputo. Pero en esta ocasión, la derecha antisocial se encontraba desatada ante una victoria electoral legitimadora y un nuevo presidente, Milei, que representa un neoliberalismo enloquecido. Los nuevos ministros se lanzaban al discurso sobre la casta y a la denuncia de la nefasta herencia política recibida. Una herencia de quiebra económica y social a la que han contribuido de forma destacada.
3. La necesaria respuesta de los trabajadores
El desastre social que ha erigido la clase dirigente argentina solo puede ser contestado por la clase trabajadora mediante una acción que imponga el "se acabó" sobre las políticas empobrecedoras. Del mismo modo, la respuesta obrera no puede ser reconducida a la ya conocida política de izquierdas y de derechas. El peronismo, el macrismo y el mileismo conducen al mismo fracaso. Los recortes que hoy aplica el gobierno Milei son los recortes que habría aplicado Massa (como se comprometió con el FMI) de una forma más o menos descarada. La alternativa está del lado de los trabajadores, de su protesta y también de una alternativa social organizada por los propios trabajadores, sin tutelas ni subordinación a los falsos amigos de los partidos de izquierdas ya quebrados.
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