El momento histórico actual nos exige detenernos y reflexionar de cara a plantear una alternativa real. Una alternativa a la desorganización y pérdida de horizonte de una clase trabajadora sometida a nivel internacional a una escalada de los ataques contra sus derechos y condiciones de vida. Este contexto es el vivido por cada uno de nosotros de forma diaria y que ya es bien conocido. La precariedad, la reducción salarial, el paro y la discriminación son algunas de las facetas de un capitalismo que en su fase decadente agudiza sus efectos.
Ante la problemática social que se nos plantea es de vital necesidad que la clase trabajadora se organice como tal, como una clase social consciente de sus intereses y la defensa de estos a través de una posición organizativa independiente de aquellas ideologías y propuestas políticas que pasan por subordinar a la población trabajadora a los beneficios institucionales de los que buscan hacer carrera en el Estado y de las instituciones sociales vinculadas a este. Desde los partidos políticos, las instituciones, las asociaciones partidistas y también desde algunos sindicatos se nos dice que debemos poner por delante nuestra al Estado, a la producción y en general ser útiles a un supuesto bien general. Un interés común que es el de engordar los bolsillos de los explotadores, reforzar la tribuna política del demagogo y agachar la cabeza bajo la mirada del burócrata.
La alternativa a la sociedad actual no es un planteamiento novedoso, sino una necesidad histórica que se ha venido conformando, si bien se encuentra actualmente en una hora de tremenda debilidad. Una historia de organización y lucha de la clase trabajadora que alcanzó grandes logros pero sufrió contundentes derrotas que nos trasladan a la hora actual. De esta necesidad histórica de transformación social surgió el socialismo, como bandera de aquellas organizaciones y militantes obreros que desde el siglo XIX reivindicaban una vía de emancipación social. De esta vía surgirían destacados militantes como Marx, Bakunin y Rosa Luxemburgo entre muchos más. Pero el socialismo no se plantearía como un edificio ideológico uniforme, sino como un conjunto de críticas y propuestas de alternativa social ante los problemas sistémicos, pero que también plantearían posiciones y estrategias diferentes, aunque con unos fines claros de emancipación social.
Nuestra labor actual debe ser aprender de la experiencia pasada para poder plantear una clara posición que posibilite la emancipación social de la clase trabajadora y de la Humanidad. Una posición actual que pase por la clara reivindicación de que la emancipación de la clase trabajadora solo puede ser obra de ella misma. Una emancipación social que plantee el horizonte futuro de una sociedad de hombres y mujeres libres e iguales, productores y organizadores de la sociedad en interés de satisfacer nuestras necesidades universales (alimentación, sanidad, cultura, educación, etc.) no en beneficio de unas clases directoras parasitarias cuyo camino es el de la miseria, la crisis y la guerra.
La propuesta presente debe aprender de la experiencia pasada. Una experiencia que nos señala la necesidad de la organización de los trabajadores de forma independiente, una reivindicación clara sobre nuestros intereses inmediatos y de necesaria transformación social. Es por ello que con sus logros y derrotas, la necesidad histórica del socialismo continúa siendo vigente, pero teniendo claro que esta vía de emancipación social sólo se puede construir en base a la autoorganización de los trabajadores, la necesidad del apoyo mutuo y de la acción directa en nuestras reivindicaciones, siendo estas las tácticas que en el pasado caracterizaran al socialismo libertario. La cuestión pasa por superar divisiones pasadas y plantear una propuesta actual que aprenda de las mejores contribuciones a la perspectiva revolucionaria. En la tradición histórica del movimiento obrero en España se evidencia un camino a retomar, al igual que la experiencia de organizaciones decisivas en su contribución a la lucha de la clase trabajadora, pero que del mismo modo evidencian el agotamiento de aquellos proyectos que dejaron de lado a los trabajadores y que optaron por alinear sus intereses con los del Estado y el capital.
Es en la necesaria labor organizativa en la que buscamos contribuir, propugnando unas posiciones de autoorganización, autonomía y solidaridad. Entendemos que el momento pasa por reorganizarnos, unir las escasas fuerzas actuales y volver a plantar la bandera de la clase trabajadora organizada. Una tarea organizativa que pasa por los barrios y los trabajos y que lleve las posiciones reivindicativas a todos los espacios posibles en los que podamos llegar a los trabajadores.
"La emancipación de los trabajadores debe ser obra de ellos mismos". Manifiesto fundacional de la Asociación Internacional de los Trabajadores, 1864.
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